martes, 31 de diciembre de 2013

Esa extraña fruta

Elegir una canción como tu favorita es difícil, sobre todo porque hay tantas como estados de ánimo. Tengo canciones que me sirven para momentos de dolor, otras para momentos de tristeza, otras para momentos de euforia... Probablemente, escuchar la electricidad Vampire Weekend o Foster the People; o la alegría de TDCC  en momentos de pesar no sea el mejor encaje posible de la misma manera que escuchar el Coldplay más depresivo para celebrar momentos de felicidad tenga poco sentido. Para mí, toda canción que me es importante, como la magdalena de Proust, me eboca determinados momentos vividos donde se referencia mi estado de ánimo actual, el que me lleva a reproducir esa canción. Por esto, la elección musical que hago no tiene que ver con esta pequeña lista de canciones fundametales. No la escucho con asiduidad ni está en mi reproductor. Pero la canta Billie Holiday, fue un himno para el movimiento pro derechos civiles y es, por esa mezcla de poesía, voz, jazz y cruda historia , la canción más perturbadora que haya escuchado nunca.




https://www.youtube.com/watch?v=-_R8xxeMFEU


domingo, 20 de octubre de 2013

Apátridas a la fuerza

Apátridas que vienen a morir a tierra verduga. Apátridas forzados que perecen en inmensas aguas buscando no se sabe qué o, mejor dicho, huyendo de sí se sabe qué. Burócratas que desde Bruselas, ciudad levantada con los recursos naturales y humanos del Congo, viajan hasta Lampedusa, árida tierra donde espera la parca a todos aquellos que escapan del hambre y del miedo, para visitar las costas donde se yerguen las improvisadas morgues de arena en busca de la foto de periódico pero sin el honor suficiente como para reconocer culpas.

Si se habla de estructura y sistema, el intolerable sin sentido de la inmigración mortal es una cruda foto de su lógica criminal. El desarrollo capitalista europeo vio en Africa tierra fértil  y mano de obra esclava a la que explotar, y desde hace cinco siglos lo único que ha cambiado a sido la forma en la que se le desangra. De colonias dependientes de metrópolis a colonias dependientes de multinacionales, el destino de África ha sido lineal. Instituciones globales que exigen contrapartidas nefastas a los intereses de los africanos a cambio de préstamos o legislaciones europeas que criminalizan la ayuda civil a pateras en deriva. Después de la catástrofe una nota institucional de lamento es suficiente, pero la legislación no se toca. África es periferia y las multinacionales que la violan no dejan de estar compuestas de capital céntrico. Si algún gobernante, en pro de los intereses de su pueblo, supone peligro para estas, rápidamente es depuesto por un servil pelele. Golpes de Estado militares o en cubierta, apoyo a sátrapas sanguinareos a cambio de plegarse a sus intereses económicos. Eso es lo de menos. Lo que importa es que el petróleo y el gas llegue donde tiene que llegar sin que su precio se aletere ni un céntimo y que los diamantes de sangre sigan controlados por milicias. Luego, siguiendo la interpretación del hipócrita papel que occidente se empeña en jugar, se llorará la muerte de Mandela como si de un simple activisa negro pro derechos raciales fuera. Pero la legislación seguirá sin tocarse.

lunes, 14 de octubre de 2013

Proverbios y cantares




 IV

Nuestras horas son minutos
cuando esperamos saber,
y siglos cuando sabemos
lo que se puede aprender.




  XXXVIII

Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más:
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar.




Antonio Machado, "Campos de Castilla y otros poemas"


 

Pd: Valgan estos dos proverbios de Machado para exculparme de empezar el blog un lunes por la noche.

Lo que acaba

A uno siempre le gusta pensar que no tiene miedo a afrontar nuevos retos o nuevos proyectos o nuevos métodos. A un nuevo curso siempre le acompañan nuevas experiencias. Es inevitable e incluso deseoso. Sin embargo, este año que ahora principiamos es el último de una dulce etapa de nuestras vidas. En junio del año próximo se le dará carpetazo para afrontar la siguiente etapa; para dar el ineludible siguiente paso, pues de esto se trata: avanzar, nunca retroceder. Pero no corren buenos tiempos. En mi mochila arrastro la más pesada de las piedras. La incertidumbre. En la universidad se te ofrece la posibilidad de saber de todo lo que estés dispuesto a saber, a excepción de tu futuro. Esta carrera se elige primero por vocación, por gusto. Por interés por la política en su lado técnico y en su lado histórico.  Ante la dura decisión de qué hacer al acabar bachillerato, una carrera te ofrece una prórroga de cuatro años en los cuales, depende de tí, tus esquemas más fundamentales pueden cambiar por completo y dar un salto cualitativo como persona. Pero cuando la meta de la carrera está ya en el horizonte de un escenario tan depauperado como el que vivimos en estos momentos, la congoja es inevitable. La prórroga se acaba y el miedo a no saber ni cuál ni cómo será tu siguiente paso te empequeñece. Y cuando el miedo muerde, tiendes a lo fácil, a lo esquemático. Al principio de curso hubiese preferido que las asignaturas hubiesen tenido las estructuras tradicionales. Nada de métodos nuevos. A cuantas más fórmulas y teorías precondebidas, mejor. Sin embargo, después de varias clases en dos asignaturas distintas con métodos experimentales (por lo menos para mí), basadas en la "comunidad de aprendizaje", uno tiene la sensación de que llegan cuatro años tarde, de que  desgraciadamente no se podrán saborear con la pausura necesaria. Pero a pesar de todo te queda la satisfacción de comprobar que no solo el contenido cuenta, sino su forma. Tomar una medicina en polvo diluido con agua será más lento que una tradicional pastilla, pero por lo menos te deja un sabor en la boca. Ojalá que el sabor sea dulce.